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¿Qué ganó Ecuador a 23 años de adoptar el esquema monetario de la dolarización?

¿Qué ganó Ecuador a 23 años de adoptar el esquema monetario de la dolarización?

La estabilidad monetaria que ha traído la dolarización a ecuador es uno de sus grandes beneficios. Más del 85% de la población la respalda.

Han pasado 23 años desde la adopción del esquema monetario de dolarización, que implicó la sustitución del sucre por el dólar como moneda de uso local, cumpliendo así con las funciones de reserva de valor, unidad de cuenta, medio de pago y de cambio de libre aceptación. De hecho, la economía transitaba a finales de los 90’s hacia una búsqueda de la población por dólares, para mantener el valor de su dinero en el tiempo, además de que cada vez tenía más aceptación el pago de servicios en esta moneda. 

El 9 de enero de 2000, tras un periodo de inestabilidad política y económica, resultado de los shocks en la economía que representaron la guerra del Cenepa, el fenómeno de El Niño entre 1997 y 1998, y la baja del precio del petróleo a USD 9 por barril, que se transmitió del sector real al sistema financiero y no contaba con los niveles adecuados de liquidez y solvencia por falta de regulación adecuada en dicho momento, se experimentó una crisis sin precedentes en el país, que encontró en la dolarización una política monetaria de fuerte ajuste. A lo largo del tiempo, ha traído estabilidad y crecimiento en el país, a tal punto que más del 85% de la población la respalda (encuesta 2015, Cedatos).

La dolarización ha traído estabilidad monetaria al país, y si bien representa perder la posibilidad de emisión monetaria (salvo moneda fraccionaria que ha sido emitida por USD 87.1 millones), esta limitante obliga a la disciplina fiscal y así evitar recurrir al denominado “impuesto inflacionario”, que comprende la pérdida de ingreso real de la población.

Este factor es uno de los principales beneficios del sistema vigente; ya que ha permitido que la población no pierda su ingreso real al mantenerse una estabilidad de precios. En el periodo anterior a la dolarización, la inflación anual promedio entre 1980 y 1998 fue de 36,4%, mientras que de 2001 a 2019 fue apenas de 4,5%, según cifras presentadas por el Banco Central del Ecuador.

Este escenario de estabilidad facilita la planificación financiera del sector privado y de los hogares, así como del acceso a crédito, de tal forma que la cartera de crédito del sector financiero privado pasó de 19,5% (2001) a 46% (2021), así como de generar ingresos en una moneda fuerte que ha facilitado la compra internacional de insumos y productos.

La dolarización implica no contar con uno de los principales instrumentos de política monetaria. Sin embargo, esto no restringe que se continue estimulando la economía y velando por la sostenibilidad de este esquema monetario a través de restringir o expandir la cantidad de dólares que circulan en la economía mediante instrumentos como los de política de tasas de interés, encaje bancario, bonos de banca central, compra de oro no monetario y su refinación. Por esto, no se pierde la capacidad de implementar política monetaria, pero si limita la magnitud de intervención y distorsión en la economía, en particular sobre el ingreso familiar a los que puede conducir el “riesgo moral” de abusar de la emisión por parte de los tomadores de decisión. 

Si bien la dolarización evitó que la moneda se siga depreciando (una semana previa a esta decisión, el sucre pasó de 4.000 a 19.000 por dólar), shocks externos como la emisión de dólares en Estados Unidos y la cantidad de dólares que circula a nivel mundial, afectaron a su valoración frente a otras monedas. Ese comportamiento incide en ganar o perder competitividad por tipo de cambio.

Esta medida de shock promovió la recuperación de la confianza en la economía del país, por lo que la estabilidad que promueve, atrae inversión y el desarrollo de negocios en el país. Además, los problemas estructurales de la economía se vuelven más evidentes, al transparentarse de mejor manera el déficit fiscal y la forma de financiarlo; así como de la necesidad de la economía de mantenerse atrayendo nuevos dólares para que se mantenga su funcionamiento, crecimiento y sosten del nuevo esquema monetario.

Ante el creciente fenómeno de pérdida de confianza en las instituciones, la dolarización ha ganado respaldo que al salvaguardar el nivel de ingreso real de la población con bajos niveles de inflación, ha sostenido el avance del país en la reducción de la pobreza: según la CEPAL pasó de 60% en 1999 a 24% en 2018. Si bien este es un fenómeno multidimensional y de aumento en los ingresos del país, este avance social no se ha diluido como en otras economías, que han debido recurrir en exceso a la emisión monetaria para enfrentar los desafíos que se han presentado en este periodo.

Fuente: Revista Ekos

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