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En el último año, el costo de la Canasta Básica Familiar en Ecuador pasó de $795,75 a $812,64 mensuales con corte a junio de 2025. La inflación anual fue de 1,48% y los precios subieron más en salud y servicios. Cuenca es la ciudad más cara.
Entre junio de 2024 y junio de 2025, el costo de la Canasta Básica Familiar (CBF) en Ecuador se elevó de $795,75 a $812,64, lo que representa un incremento de $16,89 en un año. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), este aumento se dio en un contexto de inflación anual del 1,48%, levemente mayor que la registrada en el mismo mes del año pasado (1,18%).
La presión inflacionaria se concentra en rubros específicos como salud, bienes y servicios diversos, artículos para el hogar y alimentos frescos.
Entre los productos alimenticios que más subieron en el último mes destacan las arvejas tiernas (6,99%), la cebolla colorada (5,57%), la col (5,12%), pan envasado (3,2%), queso fresco (2,21%), frutas en general (3,40%), plátano maduro (33,14%) y plátano verde (17,75%). Estos incrementos obedecen, en parte, a factores estacionales y climáticos que afectan la oferta de productos frescos. Aunque en promedio los alimentos bajaron -0,27% en junio, algunos ítems básicos para la alimentación del hogar se encarecieron.
En el ámbito de la salud, los medicamentos para la diabetes aumentaron 3,36%, los preparados anti anémicos y vitaminas subieron 3,51%, y los antibióticos 2,41%. En paralelo, cremas para la piel (12,19%), protectores solares (8,02%) y tintes para el cabello (8,21%) lideraron los aumentos en productos de cuidado personal.
Los artículos para el hogar también mostraron alzas: el detergente para ropa subió 1,97%, el cloro y desinfectantes 1,55%, y el jabón para vajilla 2,48%. Estos incrementos, aunque moderados, impactan directamente en el presupuesto familiar mensual.
La inflación golpea más a la Sierra que a la Costa en Ecuador
A nivel regional, la Sierra continúa siendo la zona del país con mayor presión inflacionaria. En junio de 2025, registró una inflación mensual del 0,24%, mientras que en la región Costa los precios incluso disminuyeron ligeramente (-0,10%). También en el acumulado anual, la Sierra mostró una inflación de 1,69%, por encima del 1,30% de la Costa.
Este comportamiento se refleja en el costo de la Canasta Básica Familiar (CBF): mientras en la región Sierra el promedio fue de $826,07, en la Costa se ubicó en $799,20.
Cuenca sobresale como la ciudad con la canasta más cara del país, alcanzando los $858,14, lo que la convierte en la urbe con mayor exigencia presupuestaria para una familia tipo.
En contraste, Machala —aunque tiene una canasta menos costosa— fue la ciudad con la mayor inflación anual (2,10%), lo que indica que sus precios han subido más rápido que en otras ciudades en el último año, afectando la capacidad adquisitiva local. Por su parte, la Canasta Familiar Vital —una versión más reducida que cubre lo mínimo para la subsistencia— alcanzó un promedio nacional de $564,88, pero su valor varía según el territorio: en Manta se registró la más alta, con $621,94, mientras que en ciudades como Loja o Ambato fue más baja. Esta diferencia territorial refleja cómo los costos de vida y el acceso a bienes básicos están desigualmente distribuidos en el país.
Ecuador tiene una de las inflaciones más baja de la región, pero el presupuesto familiar cada vez se queda más corto.
A pesar de que Ecuador mantiene una de las inflaciones más bajas de Sudamérica —por debajo de países vecinos como Colombia, Perú, Argentina y Brasil, según los comparativos que incluye el boletín del INEC—, el encarecimiento sostenido de productos esenciales genera impactos reales en el día a día de las familias.
En un contexto en el que el empleo adecuado es escaso y el subempleo ronda el 34%, muchas personas ven reducido su margen de maniobra para enfrentar alzas en alimentos, medicinas y servicios básicos.
El hecho de que el ingreso familiar promedio apenas cubra con holgura el costo de la Canasta Básica (107,96%) significa que cualquier imprevisto —como una enfermedad, el alza de servicios públicos o el desempleo de uno de los perceptores— puede empujar a un hogar al déficit.
“Aunque la inflación general se mantenga “controlada” en términos macroeconómicos, las micro realidades del consumo revelan una fragilidad estructural en la economía de los hogares, donde la estabilidad de precios no siempre garantiza bienestar. Esta situación demanda políticas públicas no se enfoque en controlar precios, sino en fortalecer los ingresos y el empleo”, apuntó Andrés Rodríguez, economista.
Fuente: La Hora
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