Metáfora para el Mundo Empresarial
El relato: La historia de “Un Mensaje a García”
A fines del siglo XIX, en medio de la Guerra Hispanoamericana de 1898, Estados Unidos buscaba una forma de colaborar con las fuerzas revolucionarias cubanas, lideradas por el general Calixto García. Él comandaba a los insurgentes desde un lugar remoto, escondido entre las montañas de Cuba, sin coordenadas precisas, sin medios de comunicación modernos y bajo una guerra activa contra el imperio español.
El presidente estadounidense William McKinley necesitaba enviarle un mensaje urgente y confidencial. Uno que solo podía confiar a alguien decidido, discreto y totalmente comprometido con su deber.
Pero la pregunta era:
¿Quién sería capaz de llegar hasta García sin saber dónde está, sin garantías, y con una sola instrucción: “Llévale este mensaje”?
Entonces alguien dijo:
“Envíen a Rowan.”
El teniente Andrew Summers Rowan, joven oficial del ejército, recibió la orden.
No pidió explicaciones.
No solicitó más detalles.
No preguntó si tendría apoyo o protección.
Tomó el mensaje, lo colocó en un pequeño cilindro de metal atado a su pecho, y partió en silencio hacia lo desconocido.
Primero, cruzó el mar Caribe hasta Jamaica. Desde allí, se infiltró clandestinamente en Cuba. Se abrió paso por caminos sin mapas, cruzando selvas densas, sorteando ríos, escalando montañas y arriesgando su vida en cada paso. Era una misión peligrosa y solitaria: sin teléfonos, sin aliados, sin margen de error.
Durante días, Rowan viajó entre humedad, calor, hambre y riesgo de ser capturado.
No tenía certezas, pero tenía un propósito.
Y al final, lo logró: encontró a García y le entregó el mensaje en persona.
Su acto fue silencioso, pero trascendental.
No fue portada de periódicos ni recibió medallas en ese momento.
Pero Elbert Hubbard, un empresario y escritor que escuchó la historia, escribió un breve ensayo titulado “Un Mensaje a García” que se convirtió en uno de los textos más leídos de la historia moderna. Un llamado a la acción directa, a la responsabilidad sin excusas, y a la ética del trabajo auténtico.
Ejecutar sin excusas.
En las empresas, un “Mensaje a García” es ese tipo de misión en la que un líder confía plenamente en su equipo, esperando que tomen la iniciativa, resuelvan problemas por sí mismos y logren los objetivos sin depender de instrucciones detalladas o monitoreo constante. Este es el tipo de empleado que cualquier organización valora, porque genera resultados sin requerir que cada paso sea verificado.
Sin embargo, en los malos entornos laborales o en posiciones donde no se promueve esta actitud, encontramos empleados que carecen de motivación, y que requieren constante supervisión o “microgestión”. Estos lugares tienden a sofocar la creatividad, el compromiso y el crecimiento profesional. En lugar de tomar un “Mensaje a García” y resolver, los empleados esperan que les den cada paso, como si no fueran capaces de usar su criterio.
Un ambiente de este tipo frena la productividad, ahoga la innovación y genera equipos poco eficientes. Por eso, una empresa debe esforzarse en cultivar un ambiente donde cada miembro del equipo sea capaz de tomar decisiones, asumir responsabilidades y actuar con la confianza de que, incluso frente a lo desconocido, pueden seguir adelante y cumplir la misión.
Conclusión
Ser como Rowan no solo es una cualidad admirada, sino una necesidad en el entorno laboral actual. Los empleados que toman la iniciativa son los que impulsan a las empresas hacia el éxito, mientras que los entornos que no permiten este tipo de acciones se ven condenados a la mediocridad. Para crecer, las empresas deben buscar y cultivar más “mensajeros a García”.
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